viernes, 1 de enero de 2010

(Esto debe tener dos años de haber sido escrito)

Cuando subi el puente para llegar a este sitio desde el cual escribo, me detuve un momento en el medio de este para ver como se acercaba esa penumbra amorfa que es la lluvia en la lejanía, ví como se iba comiendo poco a poco, calle a calle, esa ciuade en la que se ha desarrollado mi vida.

No me acuerdo ya si me imagine alguna vez o si lei en alguna parte que la lluvia tiene el poder de aplacar el alma de los hombres, los hace reflexionar, los tranquiliza al punto de deprimirlos, es hermosa, aunque tenga traje de tragedia.

Desde lejos es una sombra gris que muestra algunos matices, ahora cae impasiblemente sobre este edificio cuyas ventanas no permiten esciuchar lo que sucede, el unico registro que quedara en mi mente de la lluvia de este dia de noviembre sera el color (ahora mas blanco) que le da a las cosas que estan lejos. La lluvia funciona como una cortina que le cambia el color al mundo.

5 comentarios:

Juan Sebastián Rueda Peñaloza dijo...

¿Por qué dos años después lo publica?

El Advenedizo dijo...

mmm, no kle gusto en el momento o lo debía editar y no lo hice en el momento (ahora tampoco lo hice) y lo tenía guardado en mi neverita de cosas impublicables.

Juan Sebastián Rueda Peñaloza dijo...

Vea, interesante el texto.
Muy cierto lo del segundo párrafo (para mi), digamos que la lluvia es uno de mis pocos refugios.
Je, y sí se notó que ahora tampoco lo editó.

El Advenedizo dijo...

me alegra que le guste, a veces es bueno leer las cosas sin editar, brinda otra mirada del escrito, ademas aca no hay pretensión de exactitú ni ná desa mondá

Juan Sebastián Rueda Peñaloza dijo...

Sí, digamos que sólo es una cavilación compartida.