lunes, 22 de febrero de 2010

Aguirre, la cólera de Dios

Herzog me pone de mal humor, me daña una serie de cuatro días en los que he estado feliz, organiza un concierto con comunicaciones recibidas recientemente en las cuales se amenaza mi tranquilidad de manera mas o menos inocente.

No puedo soportar tanta selva, tanto rio, tanto silencio en una película, tanta inmovilidad de un grupo de hombres, tanta inercia ante el cataclismo inminente y múltiple que se abre paso frente a ellos a pesar de que no les sea posible verlo. Las actuaciones son buenas, tal vez por eso su resultado y mi afirmación de esta como una buena película, sin embargo esa buena actuación es la que da paso a mi sentimiendo pues se ve en los ojos que esos hombres comparten parcialmente mis opiniones sobre su futuro, la diferencia entre ellos y yo es que la locura que nos acecha tiene razones muy distintas ya que la selva que me acosa no tiene sustento material, simplemente sient que a veces mi barca se detiene en el rio y que me ven amenazas secretas desde las orillas para detener mi existencia.

La película tiene un curioso parecido con Apocalypse now en muchas cosas: las actuaciones, el manejo del tiempo y de la trama. Parece que la pelicula de Coppola es una versión de la contemporanea locura de los nuevos aguirres los cuales ya no tienen la posibilidad de apretar pequeños simios en sus manos sino que tienen la capacidad de entrenar ejercitos de niños que muestran una obediencia ciega ante su líder. Otro punto en común es la sensación que me producen las dos películas: me hacen sentir cansado y algo triste, me llenan de un vértigo fastidioso y de una insatisfacción de aquellas que no pueden ser explicadas y que se sienten casi como un asunto físico, como una presión en la frente y dos dedos presionando suavemente sobre la nuca.